Inteligencia emocional

Redactado por Jorge Luna Torres, MA

La adquisición del lenguaje como proceso de aprendizaje nos lleva a la expresión de un mundo simbólico asociado a las emociones. Así, tan importante como el desarrollo de la expresión del lenguaje están los mensajes recibidos a lo largo de nuestra vida por personas significativas. Estos mensajes tienen un impacto fundamental en como interpretamos las experiencias, la importancia que le damos a los eventos y como construimos la realidad en el día a día. Asimismo, determinan nuestras creencias y actitudes y son fundamentales en el desarrollo de nuestra personalidad.  El impacto de la palabra es enorme en el ser humano, determina muchas veces una realidad llena de dolor y penurias o te lleva a tener una vida estable y funcional.

En ese sentido, el uso de un lenguaje positivo y reforzante es fundamental para generar vínculos estables y sanos. El elogio, el dar ánimos, el expresar afecto, amor y tolerancia, así como la aceptación debe ser algo a lo que debemos aspirar como seres humanos, por otro lado, la crítica constante, la comunicación paradójica y el lenguaje sarcástico es algo que deberíamos evitar. Asimismo, debemos tener en cuenta el lenguaje no verbal, nuestros gestos que pueden ser tan expresivos como la palabra. Al estar la palabra conectada con la emoción y le damos sentido a la realidad también por lo que sentimos, las conclusiones a las que llegamos pueden ser sanas y constructivas o en su defecto, disfuncionales y destructivas.

Del mismo modo es importante recalcar la importancia del lenguaje en la generación de vínculos. Los vínculos más importantes habitualmente se generan en la primera infancia y se van transformando en el tiempo por el desarrollo cognitivo, social y emocional, así como por los eventos que influyen en nuestra experiencia. Un lenguaje reforzante en casa, es decir que elogia las conductas adecuadas genera no solo el aumento en la frecuencia de este tipo de conductas, sino ayuda a desarrollar un vínculo sano, donde la motivación para hacer las cosas se va transformando en intrínseca.

La motivación intrínseca es fundamental para generar hábitos con propósito, así como en la búsqueda de trascendencia. Nos permite habituarnos a conductas que terminan siendo funcionales, donde los logros terminan siendo reforzantes y los errores son vistos como oportunidades de mejora. Nada de ello se logra si no se generan vínculos saludables en la familia. Por ello es imprescindible la educación emocional, donde estos conceptos tomen relevancia en la familia como base para construir relaciones sanas y constructivas.

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