emociones

Es sabido por todos que las personas somos por predisposición natural seres sociables (en nuestra mayoría).  Somos una de las especies, por no decir la única, que requiere cuidado por parte de los padres por muchos años. Este cuidado, idealmente, con el paso del tiempo pasa de una supervisión directa y absoluta a una supervisión cada vez más indirecta. Esto toma en cuenta que las niñas o niños deben exponerse progresivamente a espacios ajenos al ámbito familiar en donde se vinculen con personas de todas las edades que no son de su confianza absoluta (vendedores, personas de la calle, autoridades, niños del parque o del club, etc.).

En esta transición entre un espacio y otro, los amigos, amigas y pares en general cumplen un rol protagónico tanto en la adultez, adolescencia y niñez. Si bien no se puede afirmar que con los amigos de la niñez se establecen las relaciones más cercanas y duraderas, ya que en otros momentos de la vida como la universidad o el trabajo se pueden conocer grandes amigos, en esta etapa de la vida se comienzan a construir los recursos para entablar amistades saludables y generar en la propia persona expectativas positivas, buenas experiencias y recursos para afrontar situaciones desfavorables en este contexto.

Durante los primeros años de la educación pre escolar, las niñas y niños juegan principalmente con los que están en su salón de clases o con los niños que se encuentran en los lugares públicos como parques o clubes, con los hijos de los amigos de los papás o los primos. Al iniciar primaria, durante los dos o tres primeros grados aproximadamente los niños y niñas siguen jugando mayoritariamente con los de la clase y responden a la dinámica o juegos que un adulto pueda proponer. Entre tercer y cuarto grado, la dinámica cambia poco a poco, ya que se relacionan con los que se sienten más cercanos sin importar si comparten horarios o actividades juntos. Por ende, en esta etapa los grupos comienzan a formarse por intereses (cartas, chapadas, conversar, deportes, series que ven, etc.). Hacia fines de primaria y comienzo de la secundaria, entre los 10 y 13 años, los grupos comienzan a cerrarse y los chicos y chicas comienzan a tener un sentido de pertenencia a un grupo determinado (los deportistas, los intelectuales, los amigueros, los tranquilos, etc.).

Por otro lado, mientras más crecen las personas, pasan de estar la mayoría del tiempo con sus padres a estar cada vez más con los amigos. Los niños recurren a los padres cuando tienen un problema y los adolescentes recurren a los amigos. Tomando en cuenta que la presencia de los papás es cada vez más limitada cuando los niños y niñas crecen, a estos les queda la función de regular, supervisar indirectamente y confiar en las decisiones que tomen sus hijos frente a las decisiones del grupo.

El rol de los padres cuando sus hijos son pequeños es proveerles de espacios en donde se pueda relacionar con otros niños tales como asistir a invitaciones en otras casas, invitar a otros niños, ir al parque con los hijos, ir al club y en general participar en espacios públicos. Una vez comenzada la escolaridad primaria, los viernes en la tarde y fines de semana es fundamental que papá y mamá se den el tiempo para estar con sus hijos y con sus amigos, involucrarse en sus juegos, y observar la dinámica entre los niños. Cuando son adolescentes, igualmente los papás tienen el rol de regular los lugares a los que salen y las horas de inicio y fin de las reuniones, así como supervisar indirectamente la relación con los amigos y las actividades que realizan. Hay que tener en cuenta que si bien en esta etapa se les da mayor libertad, los papás no deben perder la perspectiva sobre que decisiones son trasladadas a los hijos y que decisiones deben tomar ellos como adultos. Cada vez más son los estudios que señalan que el final de la adolescencia se acerca a los 24 años (¡papás tienen para rato!).

Finalmente, un buen historial de amistades saludables en la niñez temprana y tardía es un predictor positivo de buenas relaciones interpersonales en las etapas adultas.  Durante esta transición entre diversas etapas es importante que papás e hijos construyan una relación principalmente de confianza asociada a cada etapa con dosis progresivas de libertad y responsabilidad.

Ps. Gustavo Astorne Cannock

Psicólogo del Centro Skinner

www.centro.skinner.edu.pe

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